Reflexiones vitales....

Si, nadie trabaja, y no me refiero a esos cinco millones largos de parados, pobres; sino a aquéllos que se supone que estamos trabajando y no lo hacemos. No es un dato estadístico, es una afirmación basada en la experiencia, en mi experiencia. La semana pasada tuve tres comidas de trabajo. ¿Negocio?, cero; ¿relaciones, buenas intenciones, posibilidades de colaboración futura?, mil, millones, billones o, quizás, más.

 

Este año me propuse, además de lo del inglés y el deporte, no ir a más comidas de trabajo, ascender en la escala laboral y estar exento de comer. Nada, no lo he conseguido, mi carrera se ha estancado. Estoy acabado.

 

Hace años, veinticinco más o menos, ay, empecé a trabajar. Si, trabajar y eso duró más o menos cinco años. Desde entonces nada. No he vuelto a hacerlo, he seguido cobrando no os creáis, pero trabajar, lo que se dice trabajar, no.

 

Todo empezó con mi primer ascenso . Supuso dejar de trabajar, de hecho no he vuelto a hacerlo, ya os digo. ¿En qué ocupé mi tiempo?, en viajar. Viajaba todo el rato. Viajaba y viajaba, tenía miles de puntos de Iberia Plus. Tarjeta oro y rozando la platino. Era una especie de George en "Up in the air". Si, yo era de esos. Viajaba y viajaba. Ahora ya no. Ahora ya no viajo.

 

De hecho dejé de hacerlo cuando volví a ascender. Dejé de viajar y empecé a estar todo el día reunido. Mi vida se convirtió en una reunión. Con clientes, con compañeros. Montamos una reunión y lo vemos. Era la frase que guiaba mis días. Estaba siempre reunido. Pero, de nuevo ese tiempo pasó. Ya no me reúno nunca. Ahora como.

 

Si, como lo oís, sólo como. Mi vida es comer. Como todos los días y alguno dos veces. Oye porqué no comemos y hablamos. Es como un mantra. Como bien, eso si, pero a menudo sin ganas. Como, como, como….

 

Y todavía me queda. Todavía tengo escalones y no me apetece mucho. Porque el siguiente ascenso ya no es comer; sino cenar. Cenas, relaciones sociales, golf en invierno, barco en verano y yo que me conozco, soy hombre de orilla. No me apetece, quiero evitar cenar; aunque no me gusta estar todo el día comiendo. Estoy hecho un lío.

 

Un amigo me ha recomendado hacerme experto o guru. Hay montones, ex médicos que hablan de felicidad, ex científicos que hablan de felicidad, ex deportistas, ex –políticos, ex autoproclamados altos directivos y argentinos que son, en si mismos, toda una categoría. Hablan, hablan y hablan… ¿de qué?, no se, pero hablan. Nunca estuvo tan de moda eso de las conferencias. 

 

Los conferenciantes ya no tienen que cenar. Pero, salvo los muy buenos, viajan y eso es un descenso en la escala laboral. Sólo de pensar en el minibar de los NH, me dan ganas de tirarme al monte. No, no es por ahí….¿Qué hago?

 

Estoy pensando en dedicarme a escribir, pero hacerlo bien supone trabajar y eso hace años que dejé de hacerlo; escribir mal en cambio no lleva mucho trabajo, publicas libros y te invitan a eventos a media tarde; no es comer, pero tampoco es cenar. En eso estamos.

 

Salud

 

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Comentarios: 2
  • #1

    Iñaki (viernes, 24 enero 2014 13:10)

    Brillante

  • #2

    Mayte (martes, 11 febrero 2014 15:59)

    muy buenooooo, me he divertido mucho leyendolo.
    Lo que sea, hagas lo que hagas... pero por favor no te nos pongas gordo!!!